
Cuidado con el perro
Visto. Por fin han llegado las ansiadas vacaciones y te has mudado a tu casita a disfrutar de un verano tranquilo en las montañas. Has estado soñando todo el año con retomar tus paseos por el pueblo y las veladas al anochecer comiéndote un paquete de pipas mientras repasas el árbol genealógico de todos tus convecinos.
Hecho. Nada más lejos de la realidad. Tu vecino de enfrente tiene un perro nuevo, muy grande y fuerte, que no tiene más manía que saltar la valla y perseguir a todo aquel que se le pone delante, ladrando sin parar.
Duda legalmente razonable. ¿Y ahora qué puedo hacer? ¿Tengo que quedarme en casa encerrada? ¿Debo llamar a la policía cada vez que vea al perro? ¿Podré pedir escolta? ¿Dónde podré conseguir un traje de esos de adiestrador de perros?
De normal, cuando se presenta un problema con un vecino por su perro, la cosa suele arreglarse dialogando. Pero, en ocasiones, enfrente te encuentras a algún “animal” que pretende ser el dueño y señor del universo y que hace que la convivencia sea insoportable. Por eso, cada Comunidad Autónoma regula cómo ha de ser la relación entre las personas con y sin perro.
En Valencia, está prohibida totalmente la entrada de los perros a establecimientos de alimentación, locales de espectáculos públicos, transporte público, piscinas públicas y playas (menos las habilitadas para ellos). Y siempre que vayáis paseando con un perro por un lugar público deberéis llevarlo sujeto con una correa o cadena y un collar donde se fijará la medalla de control sanitario. Además, los perros que hayan mordido a alguien con anterioridad o cuando sean especialmente nerviosos, deberán llevar un bozal.
Recordad que hay personas a las que les da pavor que se le acerque un perro, y no te digo nada si es de los que se suben encima y, lo peor de todo, que les pegue un lametón en la cara. Y que para lo que a unos les parece un adorable y achuchable yorkshire, para otros puede parecer un diabólico ser disfrazado de peluche.
Por suerte para todos, cada vez hay más Ayuntamientos que acotan zonas para que los perros puedan correr en libertad y jugar con sus amigos. Con el empeño y la predisposición de todos se puede llegar a una buena convivencia.
Y, por favor, no os olvidéis de llevar las bolsitas para recoger las caquitas de los canes. Ya ha quedado demostrado que pisar una caca, sea con el pie izquierdo o el derecho, no da suerte.
Y especial mención merecen los calificados como “perros potencialmente peligrosos” (PPP), sobre los que hay una normativa específica que va dirigida a determinadas razas caninas que, por sus características genéticas y morfológicas, pueden llegar a ser peligrosas si no se adiestran adecuadamente. Algunas de estas razas son el Pit Bull Terrier, el American Staffordshire o el Rottweiler, pero también se entienden como perros potencialmente peligros aquellos que pesen más de 20 kilos, tengan un perímetro torácico entre 60 y 80 cm, tengan la cabeza voluminosa y el cuello corto, tengan una musculatura fuerte, una mandíbula grande y una boca profunda, presenten una resistencia y un carácter marcado, hayan mostrado agresividad mordiendo a personas o a otros animales o hayan sido adiestrados para el ataque. (Sudores fríos me están entrando solo de imaginarme un perro de estas características corriendo hacia mí en una calle.)
Los requisitos establecidos por la Ley son que los dueños de estos perros deben obtener una licencia administrativa, que solo os la darán si sois mayores de edad, no tenéis antecedentes penales, obtengáis un certificado de aptitud psicológica y contratéis un seguro de responsabilidad civil.
Además, deberéis identificar a vuestras mascotas con un microchip, tener la cartilla veterinaria con las vacunas al día y para poder pasearlos por lugares públicos siempre deberán llevar bozal e ir atados con una correa que no supere los dos metros de longitud. Y, lo más importante, es que solo podrá pasearlo la persona autorizada en la licencia administrativa, no vale eso de mandar a tu madre o un vecino a darle una vuelta.
Además tenéis que tener muy presente que, aunque dentro de vuestras casas los perros puedan estar sueltos y correr a sus anchas, no debéis permitir que, bajo ningún concepto, puedan salir de allí. Debéis tener los cerramientos adecuados para que el perro no pueda salir. Si resulta que tu mascota es el campeón de salto de altura de tu urbanización, deberás poner una valla más alta, o mantenerlo atado o dentro de unas instalaciones habilitadas para su estancia.
Y si apelando al respeto no se consigue, lo que tenéis que hacer es llamar a la Policía o a la Guardia Civil, y ellos se harán cargo del problema, advirtiendo e incluso multando al dueño del perro y, en algunos casos, quitándole al animal.